Lago Atitlan, del lado tranqui de San Marco

Viaje a Guatemala

QUIEN PIENSE VISITAR GUATEMALA, PUEDE IR PARA UN MONTÓN DE LUGARES HERMOSOS. LES CUENTO MI EXPERIENCIA DE TRES LUGARES PARA MI IMPERDIBLES EN EL PAÍS MAYA: ANTIGUA, EL LAGO ATITLÁN, Y LAS RUINAS DE TIKAL. 

La primera vez que quise ir a Guatemala fue en el 2001, en diciembre. Sin saber que iba a pasar, el 19 de diciembre fui al banco a sacar mis 750 dólares ahorrados durante mucho tiempo para poder pagarme mi pasaje a Guatemala, y cuando salí con el dinero, un tipo me puso un revolver en el cabeza y me los robó, así de simple. Adiós al viaje.  Llegué a mi casa muy mal, y después pasaron los saqueos, las corridas, el estado de sitio, el helicóptero sobre la rosada y los 5 presidentes en unos pocos días.

Igual la vida da revancha, y 8 años después, pude sacar mi pasaje postergado a Guatemala City. El viajero era perseverante.

Antigua resume un poco lo que quisiéramos ver Guatemala. Calles coloniales, tranquilas, mercados, y colores.

Después hay que irse a cada lugar para investigar y maravillarse. Llegué a un hostel, y como ocurre en muchos lugares de centro América, era muy yanqui, no había ningún letrero en español, todo estaba explicado en inglés. Me dí cuenta que eso no era lo que andaba buscando, y al otro día ya estaba alojado en lo de una señora, justo a la vuelta del primer hostel. El clima había cambiado radicalmente; me encontré a un andaluz en el medio del paro, un francés negro que estaba aprendiendo el español, una argenta haciendo el viaje por america, unas marplatenses con un auto comprado en San Diego que tenían la intención de llegar hasta argentina por tierra, y muchísimos personajes más. Ahí compartíamos las comidas y el presupuesto se redujo en un tercio.

Calles de Antigua, Guatemala
Calles de Antigua, Guatemala

ATITLÁN

El Lago Atitlán te toma y cuando lo recorrés sentís. Yo, que inevitablemente me surge comparar, me sentía en los lagos del sur de Argentina, en el Lago Atitlán de Bolivia, pero también podía ser un lago en el medio de Mongolia. Primero recorrí San Marco La Laguna, super hippie, tranquilo, para relajarse, bohemio, con pocas instalaciones, y bien tranqui. Después me fui al agite; San Pedro La Laguna, donde hay bares, movida nocturna y más aventura. En el hotelucho de mala muerte donde caí tenía de vecinos a una señorita de la noche, que de día tenía tooooda la onda, pero a la noche se ponía los colmillos y salía a la caza de turistas extranjeros. Al lado había un pibe de dudosa nacionalidad, siempre con un perro pitbull marrón al lado, que me la juego a que era el dealer del bolichón. Venían gentes, se juntaban con él para una cerveza y se iban, siempre bajo un halo de misterio y miradas a los 360 grados de “no hay moros en la costa, sigamos”. Ahí si que era más auténtica la Centroamérica que vi.  Iba a ir a Chichicastenango, pero la señorita suerte y el señor tiempo no estuvieron de acuerdo, así que lo dejé para otra vida, o para cuando vuelva.

Lago Atitlan, del lado tranqui de San Marco
Lago Atitlan, del lado tranqui de San Marco

TIKAL

Las ruinas de Tikal te llenan de verde, de selva, de misterios mayas, y de personas perdidas en su mística que te toca ir descubriendo casi al azar. Trato de recordar esos días y se me confunden con un día en Ayuthaya, Tailandia, osea que tan distintos los países no creo que sean.  El pueblo de Las Flores era bastante más que desértico, y como no tenía la biblia de los viajeros (lease Lonely Planet) fui un poco al azar, a caer donde me decía Don Destino.  Recuerdo del hostel una mina, una austríaca, que por suerte hablaba algo de español, muy hippie, siempre descalza, que estudiaba en Londres y no estaba de acuerdo con la antropología actual, quería cambiar la forma y los conceptos de la antropología mundial. Una genio y una loca la mina.

Tikal es un flash total, pura selva, ruinas…. Uno puede detenerse y escuchar los sonidos de la naturaleza, de los monos, los pájaros, o apoyarse en esas piedras gigantes entre las dos pirámides y sentir toda la energía de los mayas.

Poderosa TIkal
Poderosa TIkal
Antropologa hungara feliz en territorio Maya
Antropologa hungara feliz en territorio Maya

Sin más, mi enemigo tiempo apremiaba, entonces terminé de recorrer nuevamente algo de Antigua, saludé a mi amigo andaluz que todavía andaba por ahí (me había dicho que iba a arrancar pero nunca lo hizo), saludé a mi amigo francés que también seguía en la casona, y partí hacia el sur. Honduras me esperaba.

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