Pongámonos en clima para tratar de sentir lo que cuento más de cerca; Febrero de 2010, renuncié a mi trabajo para hacer lo que más me gusta en la vida que es viajar y conocer diferentes culturas.
Pasados mas de dos meses del viaje por el sudeste asiático, ya sin unos cuantos kilos que el viaje me había ido quitando, me disponía a conocer mi último país de la vieja Indochina que tenía planeado: Vietnam.
Disponía de solo tres semanas, por lo que tenía que planificar a la perfección mi itinerario. Iría desde Ho Chi Ming City a Hanoi, es decir desde el sur hacia el norte, y de ahí un avión me depositaría nuevamente en Bangkok, un excelente centro de operaciones y encuentros de la región. Yo viajaba solo, toda una decisión, algo forzada por la poca disponibilidad de coincidir tiempo y dinero quien pudiera haberme acompañado, pero por suerte siempre se encuentran amigos viajeros para compartir momentos.
Ahora agrandemos la escala;
Ya estamos en el país comunista, uno de los cinco que quedan en el mundo. Abril, calor, callecitas internas interminables, y yo pensando y planificando mis días en una casa de Ho Chi Ming, junto a toda la familia que me alojó, contenta por tener un nuevo huésped. La mirada tranquila de los ojos orientales me sentaba muy bien…
Para poder hacer un buen resumen del recorrido comentaré tres destinos imperdibles, y unos cuantos comentarios para entender un poco mejor lo que sentía mientras viajaba. A mi entender, el mejor lente de una cámara es del lente del ojo del ser humano, aquel que después de tomar una fotografía en su mente es capaz de editarla y procesarla en su cabeza, para así después traducirla en palabras.
Vietnam es campos de arroz, con patos y bueyes en el medio, con hombres y mujeres trabajando sus tierras en todo momento, siempre con su sombrero redondo hecho de bambú. Es cruzarse con 4 millones de motos en Ho Chi Ming City ,una ciudad de 8 millones de habitantes, haciendo casi una aventura cruzar la calle, es comer siempre a base de arroz y aprovechar la comida del mar baratísima, porque siempre habrá cientos de barcos pescando en cada pueblo. Y también, claro, es revivir esa guerra inexplicable, y sentirla de cerca, donde pasó, y ver que los hombres y mujeres grandes que veo por la calle vivieron entre bombas por 17 años.
Además es sentir toda la influencia china, japonesa, pero auropea también en sus ropas de seda, en los cafés, la cerveza, las comidas y la arquitectura. Todo eso es Vietnam.Un buen resumen de todo el atractivo que tiene este país es conociendo por lo menos 3 ciudades de visita obligada; Sapa, La Bahía de Halong, y Hoi An. Por suerte Vietnam es un país estrecho y desde Ho Chi Ming uno puede sacar un pasaje hasta Hanoi, realizando las paradas que uno guste, por lo tanto viajar no resulta nada complicado. Lo único que cansa es que las rutas pasan siempre por el medio de las ciudades, por lo que el bus pasa mucho tiempo yendo a una baja velocidad. Recordemos que Vietnam tiene 80 millones de habitantes (el doble que Argentina) en una superficie que es un tercio de Argentina. Igual se puede viajar en el fabuloso sleeping bus, un bus con camas, extremadamente cómodo.
OLORES EN HOI AN
Hoi An se ecuentra en la parte norte de Vietnam, pero como a 12 horas al sur de su capital: Hanoi Es tan pequeña que su casco histórico se puede recorrer caminando, pero a los efectos de seguir con mi tradicional forma de conocer lugares, me alquilé una bici y con ella recorrí todas las bellezas del pintorezco pueblo.
Hoi An expresa a través de su arquitectura todo su pasado vinculado al comercio de la seda en Oriente, por eso no solo hay antiguas casas chinas y japonesas, sino también europeas, con cantidades de cafés parisinos, de cervezas alemanas, y de chocolate suizo.
El aroma a incienso en el medio de las calles de Hoi An, aromas fuertes, con cuerpo, que se imaginan, te hacen volar, iluminan y elevan el alma hasta donde tus sentidos te lo permiten. De día lo mejor que se puede hacer es huir del sofocante calor haciendo un miniviaje de 5 km a las cercanas playas, que no son las mejores que vi en mi vida, pero si brindan el aire necesario para poder pasar el día. Ya al comienzo del atardecer, tipo 5 de la tarde, es cuando se empieza a disfrutar de los colores y olores de Hoi An. Las mujeres llevan puesto un vestido tradicional ajustado, de seda, un placer a la vista por la sensualidad desplegada.
Las calles se iluminan, muchas veces con lámparas de colores hechas de seda y cañas de bambú, haciendo que la ciudad se llene de colores por donde quieras que pases.
Y además, andando en bicicleta esa noche, sentí un olor particular, como a incienso. Y es que cada fin de mes del calendario chino se tiene la tradición de quemar papeles y prender inciensos en las veredas de los negocios, para la prosperidad del mismo. Entonces uno camina por las tranquilas calles iluminadas de Hoi An con la relajada sensación de estar tirado en el sofá de tu casa junto al sahumerio que recién prendiste para relajar un poco el ambiente.
SABORES EN LA BAHIA DE HALONG
La Bahía de Halong es otro de los increíbles lugares a donde se puede ir en Vietnam. Son cerca de 70 km desde Hanoi, su capital, y ahí a subirse a uno de los grandes navíos que navegarán por la bahía. Son barcotes grandes, de una madera oscura, panzudos, parecen muy viejos, aunque adentro tengan el confort de cualquier barquito nuevo.
Salen al mediodía como 20 barcos a la vez, y vos que ves los otros barcos querés hacer un trueque entre los tripulantes de navío con los de enfrente. Que se vaya la parejita de viejitos japoneses para el otro barco y que vengan esos dos de guitarra y rastas siempre con una sonrisa en la cara; les ofrecemos la parejita joven de tortolitos ingleses que no hablan con nadie y siempre están abrazados a cambio de esas dos españolas con cámara de fotos y libro en mano.
El barco zarpa donde manda el marinero. Primera parada en unas cuevas gigantes iluminadas con luces de colores que despiertan la imaginación y la fascinación de cualquiera. Ya entrados en la Bahía empezamos a esquivar islotes como un futbolista esquiva los conos en un entrenamiento. Segunda parada, ciudad Floating Market, donde las chicas desde sus barquitos se acercaban al nuestro para vender sus frutas; banana, ananá, mango, dragon Fruit, y otras frutas medio exóticas que no recuerdo. El despliegue multicolor de esas escenas en el medio de un mar verde planchado, barcos de madera, frutas de colores y matices del momento hacían un excelente espectáculo para el lente de una cámara y para el ojo mismo. Seguimos esquivando islas, siempre en medio de una niebla que aveces nos dejaba ver a lo lejos y otras veces nos daba lugar a la imaginación.
Yo desde el mastil principal hacía que era el capitán del barco. Dirigía todo y señalaba para donde ir, a pesar de las miradas de locos de los que miraban cuando pasaban. Si es el sueño de Sabina porque no puede serlo el mío también no?
Donde manda el marinero
Viajando en un bote por entre medio de la Bahía de Halong. Recorrido por dos días a través del agua verde, durmiendo entre los terribles bloques de piedra caliza, con una habitación en el barco que nos transporta en el tiempo. Ceci, Manu y yo compartimos una habitación ahí nomás de la sala de estar. Floating market fotogénico, kayac en la madrugada, y unos hermosos paisajes que a pesar de la lluvia y el frío hicieron que este lugar me maraville. En el medio de la travesía yo me subí a un parante y como buen loco me hacía el capitán de la embarcación, dirigiendo el navio a direcciones desconocidas… Para allá!!! Para allá!!!
La noche fue ahí en el medio del agua, los 15 barquitos apenas iluminados y distanciados a unos 100 metros, durmiendo y sintiendo la paz de una bahía soñando. Al otro día a remar! Apenas nos levantamos, tipo 6 de la mañana nos dieron un remo y nos tiraron al agua a alucinarnos con el paisaje. Yo tardé en reaccionar, pero enseguida remé un poco hasta que me detuve entre medio de dos islotes para sacar una foto… no pensaba en nada… estaba muy colgado con el paisaje y la situación, incluso me pareció escuchar un ruido lejano de una bocina de barco… efectivamente, menos mal que reaccioné a tiempo y tiré mi kayak a un costado, porque un barcote venia con impulso y estaba puteandome en vietnamita para que lo deje pasar.. pasó nomás… tanto lio…
Luego un rico desayuno en el barco, un encuentro con barcos vecinos, y a volver a Hanoi. Hermosa aventura y muchos mejores paisajes….
SENTIR SAPA
El tercer punto fuerte y el mejor a mi gusto es Sapa. Pueblito colgado de una montaña (en argentina a Iruya se la caracteriza de Igual forma), a escasos kilometros de la frontera con la gigante China, y rodeada en la llegada por nubes, nos encontramos con este reducto que parece salido de la Cordillera de los Andes. Las mujeres de las comunidades tribales de las cercanías vendían todo lo que hacían en el turístico pueblo de Sapa, por lo que en todo momento había muchas mujeres ofreciéndote productos. Son mujeres totalmente lookeadas, siempre con su traje característico de su comunidad, de negro, con muchos detalles bordados, telas que protegen sus piernas, y muchísima bijouterie encima.
Las jovencitas tienen rasgos orientales y una tez muy suave, y las mujeres grandes una cara curtida por el sol y los años.
Al principio la escena de lo que se ve parece gracioso, porque se puede ver una mujer con rasgos claramente europeos y una gran cola de gente atrás de ella, ofreciéndole todo lo que tienen para venderle. A mi también me ofrecieron todo, pero les agradecí con una sonrisa. Como mis fuerzas habían desaparecido y mi resfrío amagaba con convertirse en gripe me quedé los 4 días que estuve en el pueblo, no haciendo absolutamente nada, salvo caminar a unos pueblitos cercanos, a unos pocos km de ahí. Por lo tanto mi rutina era quedarme en la plaza de armas (como se le dice en Sudamérica a las plaza del pueblo) con las chicas que vendían los productos.
Al principio me trataron como un posible comprador, hasta que los últimos días me trataron como su amigo. De ellas conservo todo su amor que me dieron y una pequeña pulserita que Lee me obsequió como recuerdo de nuestra pequeña amistad.
La belleza de Hang thi lee y sus amigas
A pesar de que cuando uno las ve por la calle pareciera que están sucias, ellas eran super limpitas. Se bañaban y lavaban cuidadosamente el pelo todos los días, tenían como 10 vestidos clásicos de los que usan ellas, y se pasaban su tiempo arreglándose antes de salir a la calle. Además Lee, la chica que me invitó a conocer su casa tenía su historia; ella vivía en una villaje, a 3 horas de Sapa, y su familia, sus padres, 2 hermanos, 2 hermanas también vivían allá. Pero como la escuela quedaba más cerca de Sapa hacía un año se había ido a vivir a Sapa, para poder estudiar en la escuela, aprender inglés con los turistas y ser travel guide cuando sea grande, como ella quería.
Mi viaje por Vietnam no pasará de largo por mi mente. Se quedará guardado para poder contárselo a cada uno de mis amigos, a mis hijos, a mis nietos, y también a ustedes. Viajar produce sensaciones que modifican a uno, los viajeros no solo hacemos viajes, sino que los viajes también son los que hacen al viajero, y lo cambian con cada sonrisa nueva que ven en cada rincón del mundo.
Gracias por compartir tan hermosa experiencia.Intentare imitarte!!!!!!
Me gustaMe gusta
Gracias! El placer es mío de poderlos compartir. Vás a ver que podrás tener increíbles experiencias por cada viaje que hagas. Saludos!
Me gustaMe gusta