VALERIA DEL MAR
Anduve unos cuantos días por las playas de Pinamar, pero a pesar de que los días ya estaban lindos y con sol, había algo que faltaba. Eran los guardavidas, que estaban llegando.
Los puestos de guardavidas estaban ahí, como siempre, pero estaban vacíos, sin sus guardianes, como una casa abandonada. Era una muestra de que no había comenzado la temporada.
Pero hoy, 14 de noviembre, me desperté, miré hacia la playa, y vi una banderita colgada en el puesto de guardavida. Ahí me di cuenta que acababa de nacer una nueva temporada de verano, y cada 200 metros, un guardián del mar nos iba a cuidar.
En mi caminata hasta el muelle de Pinamar pude ver como cada guardavida iba acondicionando su lugarcito de trabajo, como se iban juntando los guardavidas vecinos a tomar mate, y como iban naciendo amistades del mar. En Pinamar la gran mayoría tiene su casilla, su torpedo y su malla naranja rojiza que los caracteriza. Algunos de rastas, otros ejercitándose en el mar, y porque no, también vi el típico guardavidas galán que siempre tiene una chica linda al lado. Muchos son profes de educación física que hicieron el curso de guardavidas, y dividen el tiempo entre la escuela y el mar. Algunos viven por la costa, y otros llegan especialmente. Algunos llegan a la playa en bici, algunos con su moto, y otros, porque no caminando.
Recuerdo haberme enamorado platónicamente hace unos años de una chica guardavidas cercana a el balneario Oasis de Valeria del mar. La chica pasaba bien temprano por la puerta de casa, y se iba después de las 6 de la tarde con su bici y todo el sabor y la dulzura del mar y del mundo. Así como yo me enamoré platónicamente de esta chica guardavidas, estoy seguro que mies de chicas se habrán enamorado de guardavidas en su adolecencia (y por que no, hoy en día!).
Mientras caminaba por la playa pensaba en estos personajes que nos cuidan, de su vida junto al mar, de las cosas buenas y malas que debe tener ser guardavidas, de las alegrías que te puede dar salvar a alguien, pero también la presión que deben sentir cuando las condiciones son adversas en el mar. Hay muchísima gente que le tiene terror al mar, y esos chicos serían sus protectores.
Cuando veraneaba por la costa soñaba con ser guardavida de grande.
Y ahora que soy grande, también me sigue pareciendo un trabajo increíble, pero bueno, me decidí por otro camino… me conformo con visitar el mar seguido. Estos chicos estarán todos los días, desde el 14 de noviembre hasta el 14 de abril vigilando las playas, y porque no, disfrutando de ellas también. Vaya mi admiración, y porque no mi envidia de tan hermosa profesión.
Atardecía en Valeria del mar y yo tomaba unos mates en solitario, viendo el mar de frente y el sol detrás, cuando el chico guardavidas me hace una seña. Ey! Se me quedó el sheep, me das una mano!! Ahí nomás fui a ayudarlo, sacamos un poco de arena, y el sheep salió nomás. Muchas gracias! Me dice, cuando necesites algo, acá estaremos. Yo le estaba por decir que necesitaba quedarme a vivir al lado del mar, pero no creo que era algo en que el me pueda ayudar, así que le agradecí, y le dije que esperaba regresar cuando sea posible al mar.
La oficina me espera en unos días, pero quien me quita estos días de felicidad al lado del mar…
No puedo creer, tengo algo así como un tío en Pinamar que es guardavidas. No tiene Face así que no te hago el contacto virtual pero en algún otro encuentro te cuento más sobre el laburo! la verdad es que todo el trabajo y la organización como «rubro» tiene su otra historia lejos del mar, y es igual de interesante también jajajaj un abrazo lean!
Me gustaMe gusta
Hola Flor! Que bueno lo de tu primo. Siempre me llamo la atención esta profesión, más que nada por la relación con el mar y la naturaleza. El mar es encantador, pero también hay que respetarlo. Me encantaría interiorizarme un poquito más. Gracias y saludos!
Me gustaMe gusta