Koh Tao, Tailandia en un azul profundo

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Una de mis últimas obsesiones del viaje por el sudeste asiático en el 2010 fue hacer APNEA .

APNEA, el encuentro entre uno mismo y el agua, sin intermediarios que te hagan respirar fácilmente, enfrentados con nuestra madre océano abajo del mar

.. .En el lapso de 5 días pasé del momento de máxima excitación y descontrol (Full Moon Party), al momento de máxima relajación y meditación.

Llegué a Kho Tao y no tenía idea de que quería hacer ahí. Más bien tenía idea de que NO quería hacer, y que era lo que iban a hacer la mayoria; no quería colgarme un tubo de exigeno en la espalda para hacer buceo. Lo quería hacer yo mismo, quería estar en el mar más al natural, por mis propios medios, y cuando vi lo de apnea, me gustó y me apunté en el próximo curso.

La apnea es una disciplina acuática que sirve entre otras cosas para controlar tu respiración, sentirse bien con uno mismo, sentir el agua como parte de nuestro medio, y para ver el entorno que hay a 20 metros por debajo del mar. No se usa oxígeno ni ninguna otra ayuda para respirar… solo la voluntad.

Las primeras prácticas se hacen en un aula, y después se sale al mar. Nos dieron técnicas de respiración (pranayamas, que en sánscrito significa control de la respiración), y nos enseñaron a manejar el aire dentro de nuestro cuerpo, desde que aspiramos profundamente el aire y llenamos los pulmones con toda la carga posible, dejando la panza bien flaquita, hasta que hacemos el cambio y comenzamos a respirar, sacando poco a poco y lentamente el aire nuestro, hasta desinflar el torax por completo. Otra técnica aprendida fue la respiración Kapalabati, que sirve para la limpieza de las vías respiratorias, para calmar la mente, y para ensanchar el diafragma, otorgando un poco más de capacidad pulmonar. Comenzamos aguantando la respiración por unos 2 minutos, con la idea era llegar a duplicar o triplicar esa capacidad, algo que a pesar de mi desconfianza, hicimos con éxito.

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Después llegó el turno de ir con un bote hasta un lugar indicado, y comenzar a aplicar lo que aprendimos en clase. La primera sensación  desde abajo es fascinante… es mirar para arriba y ver una luz azul intensa arriba de todo, y rayos de sol azules que confluyen todos en un mismo punto, ahí donde apunta el sol.  La próxima sensación  es sentir que tu nariz, tus oídos, tus ojos, todo explota por la presión de la profundidad, hasta que te enseñan a ecualizar, y el miedo de a poco se va. Al siguiente intento ya te sentís parte del agua y te resulta casi innecesario respirar , sos un ser más dentro del agua, querés festejar el encuentro entre el mar y vos. Al festejo se unen peces de todos los colores, amarillos, azules, blancos, rojos, negros, estaban todos… casi que vi a nemo y todo…

La idea era aguantar la respiración dos minutos como mínimo, un minuto para bajar lo más que se pudiera,  en lo posible unos 20 metros, unos segundos para estar ahí abajo, y lo que restaba del minuto para volver hacia la superficie.

Lo más dificultoso era ecualizar y estabilizarse debajo del agua en el límite de los 8 metros aproximadamente, porque una vez pasada esa franja, no me acuerdo porqué, pero la mente y el cuerpo se estabilizan, y a pesar de estar muy profundo, uno se siente totalmente en calma y relajado (porque tenía mi instructor al lado que me decía; ok! y yo le respondía: ok!, sino no hubiera estado tan relajado).

El último día , en el último tramo del día hicimos un recreo para poder aplicar todo lo aprendido de manera recreativa. Nos llevaron cerca de un coral con el bote, y nos dejaron explorarlo por nuestra cuenta.

Yo tenía una capacidad para aguantar por unos 2 o 3 minutos, después volvía a la superficie a buscar algo de aire, y volvía a explorar el Coral que estaba unos 5 metros bajo el agua, y que estaba lleno de peces de colores y de diferentes tamaños.

Una chica rubia de bikini se había sumergido un poco antes que yo, pero a pesar de que yo me quedé sin aire a los 2 minutos, la chica seguía ahi abajo. Subi a tomar aire, bajé, y ella seguía ahi abajo, cual sirena de mar! Hasta que de pronto continuo buceando para un costado del coral, y la perdí de vista. Si no era una sirena, era lo más parecido a lo que me contaron en las historias de fantasías…

Les recomiendo esta experiencia porque es un contacto más natural con nuestra madre naturaleza y con nuestro océano, al cual le tengo un profundo respeto y admiración. Y si andan por Ko Thao, les paso el link de la escuela por donde anduve yo.

Alvaro Diving

Y también un video que les va a dar ganas de practicar esta hermosa disciplina.

Luego de eso volví a ver la película «Le Grand bleu», en Argentina traducida como «Azul profundo», de Luc Besson (de 1988 creo), y me emocioné muchísimo. Se las recomiendo ampliamente.

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