De viaje con ella

Y te gusta viajar de mochilera?

– No, que es eso?

Primeras conversaciones con ella en un café de Buenos Aires

El pánico de los diferente

Sus palabras sonaron como un puñal para mí. Antes que nada, yo me consideraba un viajero mochilero, y estar enamorado de ella no encajaba con mi amor por la mochila al hombro. A pesar de mi pánico inicial, mirándolo a la distancia se podría decir que entre la mochila, ella y yo llegamos a formar una linda convivencia.

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Las cosas que debí dejar

Pensé en todas las cosas que iba a tener que dejar de hacer por viajar con ella: Ya no iba a poder almorzar en cualquier plaza un pedazo de pan y 2 bananas chiquitas. Ella quería comer decentemente. Ya no iba a poder obviar cualquier tipo de transporte desde la terminal de bus y caminar las 20, 30, o 40 cuadras  hasta llegar a algún destino elegido. Ella es débil y frágil, y se le ponen los cachetes colorados cuando hace un esfuerzo extremo, y por más que lo intente, no aguantaría tanto con una mochila al hombro. Ya no iba a poder ir a hospedajes de mala muerte por un par de dólares. Sus dolores de cervical le hacían doler la cabeza si no tenía un lugar donde acostarse como la gente. Y tampoco ya iba a poder enamorarme por el camino, principalmente porque ya estaba enamorado de ella.

Buenas y malas

Al principio me sentía viajando con un hijo; ella es 8 años menor que yo, y yo cargaba con varios años de viajes más que ella (en realidad ella nunca había viajado a un lugar que no sea la casa de alguien conocido), pero eso no significaba que yo tenga que tomar todas las decisiones. Ella le ponía glamour al viaje y a las fotos. Una autofoto puede estar linda, pero todas las fotos de la misma persona son un embole, y más si es un hombre, que es muchos menos fotogénico que una mujer. Su cara es hermosa, y una foto de cualquier paisaje junto a ella empezó a cobrar mucho más sentido. Me divierto sacándole fotos a ella, porque cuando esta sonriente es bella, y cuando esta seria, es mucho mas preciosa.  Claro está que no deje de sacar el otro tipo de fotos que me gusta sacar, pero las fotos de ella fueron las que más me gustaban siempre al final de algún viaje.

De a dos

-Básicamente irse de viaje en pareja es hacer gran parte de las cosas de a dos. Muchas veces me fui de viaje con amigos, pero en un momento del viaje me agarraba la locura, les decía a mis amigos que necesitaba hacer la mía, y me iba por mi cuenta, para encontrarme conmigo mismo. No es de malo ni que no me guste estar con mis amigos, sino que además de la compañía, también necesito esos instantes de soledad. Estando en pareja también se puede hacer eso, solo que por un poquito menos de tiempo. 

Me gusta compartir la locura de viajar. De un:- ¿Nos vamos mañana a la costa? Y agarran el auto y partir hacia el mar, entre mate y mate, sabiendo que el viaje será perfecto.

Elegir destinos juntos

Otra de las grandes decisiones que se deben dar entre dos personas en una pareja, es a que destinos ir juntos. No me voy a poner a explayarme; simplemente decir que a veces hay de ceder un poco, de ambas partes. No se si llamarlo una negociación, pero sería algo parecido. Si ella quiere Venecia, ok, Venecia, pero también vayamos a Budapest que me gusta a mi…

Ella me baja a tierra cuando estoy en el aire. Viajar es un constante aprendizaje, y viajar en pareja es una instancia más de aprendizaje, una instancia intermedia entre viajar solo/con amigos, y viajar en pareja… y con hijos. Entonces caemos en la cuenta que esta es una de las pocas formas de viajar en las que vas a poder hacer el amor sin ningún amigo que te interrumpa, ni sin ningún hijo que te interrumpa; así que a aprovechar la ocasión!

-Con el paso de los meses, los viajes y los años, no se si me volví más viejo, me mimeticé, o qué pero comenzamos a tener gustos más parecidos.

la clave: cada uno tiene que ceder un poco

Ella cedió un poco y acepta algunas locuras mías, y yo cedí un poco y acepto alguno de sus caprichos. Y cuando ella se cansa y mis ansias de conocer siguen intactas (porque nunca se acaban), May descansa en el alojamiento, y yo me lanzo a recorrer por mi cuenta, recordando los momentos en los que viajaba solo. 

 -Lo mejor de viajar de a dos, es que tanto las cosas buenas, como las malas las compartís, y entonces las cosas buenas te parecen mucho mejores, y en las cosas malas tenes a alguien con quien compartir eso que te pasó. Ya lo dijo Alexander Supertramp… «Happiness real only when shared». 

Y como dice la canción de cancha, si te quiero en las buenas, en las malas te quiero mucho más.

Como esa vez que terminamos en el hospital en Bocas del toro, con Mayra que tenía una alergia y no se podía parar de rascar. El médico del lugar la atendió, se fue a atender un parto, sacó el bebito, y la volvió a atender a May, que pobre todavía tenía la jeringa que le habían puesto como corticoide. Ese momento de tensión fue el que más nos preocupó, pero el que más juntos nos vio. Ella se puso a llorar de miedo al encontrarse lejos de su casa, en un hospital del Caribe, y con una jeringa en el brazo, pero por suerte el viaje era de a dos, y lo pasamos juntos, abrazados durante esa horita en el hospital.

Las peleas siempre pueden estar

-Algunas veces nos peleamos, como toda pareja, pero después volvemos a amigarnos. Una de las últimas veces que nos enojamos fue en Venecia, porque ella tenía hambre y quería comer en esos restos donde te arrancaban la cabeza, y yo quería pasar el mediodía entre mate, pan y fruta.

Ella se fue caminando rápido entre toda la multitud de personas que estaban en Venecia, y a los pocos segundos la perdí de vista entre el mar de gente y los pasillos angostos de una ciudad de juguete sin lugar para moverse. Los pasillos eran un tetris humano, todas las piezas encajadas y algunos lugares vacios solo de casualidad porque no se había podido meter nadie ahí. Creo que pasaron como una hora sin encontrarnos, y buscarse por entre ese laberinto que son las calles de Venecia no era nada sencillo. Era el medio día, y yo ya me imaginaba que la iba a encontrar recién a las 9 de la noche, para irnos a Austria en el tren. Estaba caminando un poco perdido, hasta que a lo lejos, entre mil personas, la vi que me había visto y venía a mí. – Te perdiste, me dijo. ¿Hacemos las paces? A mi se me hace difícil ceder por momentos. Y ahí hicimos las paces, fuimos a comer a un lugar pero no tan caro, y seguimos el viaje juntos.

Tú.. no podras faltarme cuando falte todo a mi alrededor
Tú.. aire que respiro en aquel paisaje donde vivo yo
Tú.. tú me das la fuerza que se necesita para no marcharse
Tú me das amor…amor

paisaje

-Y entre una cosa y otro, ya conocimos como 13 países juntos, y muchos lugares de Argentina. Ella le sigue poniendo belleza y glamour al viaje, es la encargada de bajarme las revoluciones cuando me enloquezco,  y yo le agrego un poco de sabiduría viajera, y juntos vamos conociendo, pasito a pasito, todo el mundo entero.

Para los que siempre viajaron con amigos, o solos, los invito a animarse a viajar en pareja. Sin duda una experiencia diferente…

Bonus!: 

Acá un post sobre cosas que te pueden pasar si te enamoras en viaje. 

y acá otro sobre cuentas de instagram de parejas viajeras

Y para que se den una idea de como es ella, hice un pequeño video con imágenes de alguno de nuestros viajes. Acá abajo lo tienen!

VIDEO DE VIAJE CON ELLA

4 Comentarios

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