Viaje a Pipa

Chuva de prata que cai sem parar
Quase me mata de tanto esperar
Um beijo molhado de luz
Sela o nosso amor

Basta um pouquinho de mel pra adoçar
Deixa cair o seu véu sobre nós
Oh, lua bonita no céu
Molha o nosso amor

Chuva de prata, Gal Costa

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CHUVA

Cualquiera se pondría triste con tanta lluvia. Pero no si la lluvia cae sobre Brasil. Y menos si la lluvia es tibia, y sirve para refrescarse del calor permanente. Solo bastaba ponerle onda para poder disfrutar de Pipa, con sol, con lluvia, con luna, o con mar.

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Chegada

Llegamos de noche a Pipa, y mientras caminábamos con nuestras valijas por la única calle transitada de Pipa, ya podíamos imaginarnos de cómo venía la mano en ese destino; muchos argentinos de vacaciones, como en todo Brasil, muchos sudamericanos trabajando en los bares para ganarse el mango y poder quedarse a disfrutar la temporada, mucho restaurante hippie chic, muchos artesanos, y claro está, muchos surfers.

Pipa era el otro objetivo que queríamos visitar (después de pasar por Jericoacoara). Situado a unos 80 km de Natal, la Capital del Estado de Rio Grande do Norte, Pipa es un destino más solicitado internacionalmente que a nivel nacional.

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Bahía dos Golfinhos

 En Pipa el curso de las cosas lo imponen las mareas, ya que dependen de ellas si se puede ir o no a la bahía dos Golfinhos, si se puede disfrutar de las piscinas naturales en la playa del centro, y si se puede ver a los surfers de cerca en Praia do Amor.

Por esos días, durante la mañana estaba la posibilidad de ir a Bahía dos golfinhos, para ver saltar a los delfines de vez en cuando, y si uno corría con mucha suerte, para que salten a metros tuyo si estas nadando por esas aguas dentro de todo tranquila de la Bahía. Hacía 10 años recuerdo estar nadando como por una hora en esas aguas, y tener la posibilidad de que en una brazada, ver un delfín saltando a un metro mío.  La estrella del lugar era el paddle surf, es decir esa tabla longboard, tan grande como para pararse encima con el agua quieta, y con la utilización de un remo para moverse por las aguas tranquilas, e incluso animarse a agarrar alguna ola o comienzo de ola. La playa era amplia, muy tranquila, con poco o nada de infraestructura, y con unos colores fuertes tanto del mar, de la vegetación, de la arena, y de los paredones acantilados que rodeaban la playa.  Como si todos fuéramos una cenicienta, antes de las 2 de la tarde debíamos irnos de la bahía, porque a partir de esa hora el agua comenzaba a subir de golpe, y cuando uno se da cuenta ya las olas están golpeando allí por donde antes había un camino de arena.

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Acaí na tigela

Tardé unos días en darme cuenta, pero para el mediodía, para la mañana, para la tarde, y para la noche, no había mejor opción para comer, que un buen acaí na tigela. Yo solo lo tomaba en la hora de la merienda, hasta que al mediodía vi un surfer comiendo uno de esos, y después a la noche vi a otro surfer comiendo un acaí de cena.

Sea la hora que sea, comerse un acaí na tigela puede que sea la mejor opción para saciar el hambre y devolverle al cuerpo la energía que se necesita para vivir las playas de Brasil a tope.

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Praia do Amor

La mejor opción para la tarde es pegarse una vuelta por Praia do Amor, la playa de los surfers y la buena onda.

Para ir desde el centro, se puede ir con la marea baja bordeando la playa, y cuando sube la marea y no se puede ir por la playa, se puede ir por arriba, por la calle principal, hasta justamente la calle “Praia do amor”. Imposible perderse. Cuando se llega a la playa por “arriba”, nos encontramos con un paisaje majestuoso, porque vamos a estar arriba de un acantilado al que hay que bajar para llegar al mar y la playa.  Una vez en la playa, la buena onda se palpa de más cerca. Un nene hace equilibrio en una soga, un chico toca el berimbao mientras alguien de su grupito ceba unos mates (argentinos dando vueltas), Un negro gambetea a sus amigos con una pelota de futbol, y después se pone a hacer jueguitos, una chica sonríe junto a un amigo que parece italiano, otra chica entra con su tabla al mar, y una nena juega con un cachorrito.

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Noite

Por la noche la calle principal se viste de gala, y todo comienza como una música electrónica tipo café del mar… primero bien tranquilo, con música suave, para acompañar una cena con velitas para dos, tomando algo rico junto a la cena (recomiendo el resto  bar “Tranquilo”. No es canje ni chivo, solo fuimos a comer y nos gustó). Después la noche sigue y la música se vuelve más animada. Los puestitos de tragos con frutas se comienzan a instalar al costado de la calle principal, y lo que era toda una calle transitada, pronto se achica, y la atención se centra en escasos 50 metros, donde están todos. Un padre guardabosque baila y cuida su hija quinceañera (que ya desarrolló su cuerpo pero no su estilo de vestir), un surfer descalzo y con una tabla que no sabe donde metérsela toma una cerveza junto a su amigo, una pareja muy lookeada camina por la calle; él con una remerita de colores que le queda muy mal a mi entender, y ella con un short roto y una remera tan holgada que dependiendo de su movimiento, deja a la vista algún pezón descuidado que sale a tomar aire. La chica claramente no toma sol en topless, sino las tendría más quemadas. En  la última etapa de la noche todo es fiesta, alegría, encuentros y desencuentros (o hasta donde llegué, seguro hay otra etapa donde todo baja y vuelve a la quietud, pero yo ya estaba durmiendo seguro).   Las parejitas ya se fueron a dormir porque no les interesa buscar nada más, y los que quedan buscan con quien seguir la noche.

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Café da manhá

 Al otro día, por la mañana, en la casa de farinha, una argentina que la noche anterior la vi bailando muy contenta con sus amigas,  se encuentra tomando un café da manha con un brasilero que conoció ayer, y con el que durmió hasta hace unos minutos.

Los dos tienen cara de dormidos. Toman el café da manhá (ella paga todo), terminan sus bolos, ella le acaricia el cuerpo con gesto tierno, él la saluda, y luego se va para el lado de la playa. Ella termina de tomar el café, y luego se va para el lado opuesto, de seguro, para la posada donde están sus amigas (posada donde no durmió). Se muere por ir a contarles a sus amigas su noche de pasión.

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Pipa es simplemente eso que tanto necesitamos para los días de verano. Y porque no otra escapada en cualquier momento del año…

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