Jericoacoara, donde se junta el desierto, el paraíso y el mar


Paraiso en el desierto de Ceará
Como siempre digo, creo que Brasil es una de las esmeraldas del mundo. Es uno de los países que más conozco y uno de los que más me gustan. Especialmente porque tiene más de 8000 km de playas, y todas tienen unos paisajes increíbles. Una de esas playas del norte es Jericoacoara, a unos 250 km al norte de Fortaleza, y a unos 150 al sur de Parnaiba.
En su momento Jeri había tomado mucha trascendencia porque una revista internacional la había colocado como una de las 10 playas más lindas del mundo, en parte porque era un pequeño pueblo pesquero aislado, por su difícil acceso que lo hacían parecer un paraíso al llegar, y porque en un principio no tenía luz eléctrica, por lo que cobraba una cuota mayor de misticismo ( Al estilo Cabo Polonio en Uruguay por poner un ejemplo).


Primeras impresiones
Llegar a Jericoacoara (parece difícil de pronunciar, pero enseguida sale fácil. Igual todos le dicen Jeri) es como llegar a una isla, porque realmente está aislado por más de 50 km de cualquier otro centro poblacional, y está en el medio de un Parque Nacional. De hecho el último trayecto debe hacerse en un vehículo especial, porque solo se accede en 4×4.
Una vez que uno llega y apoya los pies en la arena, prácticamente puede prescindir del calzado por el resto de la estadía en esa playa, porque vayas a donde vayas todo será arena y vida de playa. Inclusive en los restaurantes más paquetes se puede ver a la gente comiendo descalza, con sus havaiannas por algún lugar del suelo.
Jeri es muy pequeño y en uno o dos días podemos aprendernos el pueblo de memoria. Podemos elegir un puestito amigo durante el mediodía para comer una comida liviana sin demasiadas pretenciones (el clásico frango con arroz, feijao y salada por unos 10 reales), y por la noche podemos elegir algún lugar un poquito más bonito para tomar algo y comer más relajado. Hay muchos lugares lindos para comer pizzas y pastas (Bom Boca restaurant tiene buenas pizzas y Samba Rock esta bueno para escuchar música en vivo por ejemplo).

Atardecer entre pedra Furada y Duna do por do sol
Y durante el día uno puede hacer rutinas en base a la marea que crece y baja de una forma asombrosa. Los atardeceres se pueden dividir entre ir a la duna do Por do sol, ahí cerquita del pueblo, o ir a la Pedra Furada para tratar de ver el sol escondiéndose entre las rocas. Lo de la gran duna es un clásico y se puede ir casi a diario. Lo de la Pedra Furada es un caminito de unos 40 minutos o más, por lo que con ir una vez creo que puede estar bien.


Lagoa do Paraiso
La “excursión” casi imperdible que habría que hacer si vamos a estar unos días en Jericoacoara es ir a la Lagoa do Paraiso, alquilando un boggie, yendo con excursión, o como hicimos nosotros, con una camioneta que te lleve, y otra que te traiga. La Laguna es la que tiene esas típicas hamacas para descansar en el agua, y dependiendo que haya sol o que haya nubes, va a parecer una laguna paradisíaca, o una laguna un poco más normal.
La vida y todo lo que podamos hacer en Jeri siempre estará vinculada con la playa. A la mañana bien temprano puede ser lindo levantarse para meditar frente al mar. Si tenemos suerte vamos a ver a un grupito haciendo Capoeira. Al Atardecer la roda de Capoeira está garantizada, y se armar unos bailes africanos con mucho ritmo y percusión, siempre al ritmo del berimbao, los tambores, los timbales y las palmas.


Noches de Jeri
Y por la noche, lo más lindo de todo; la playa se llena de barcitos que venden tragos, y las caipirinhas empiezan a correr en la noche, la música también, la gente empieza a bailar, y la fiesta estará garantizada entre el mar y la arena. Sin fiesta no hay Brasil…



¡Fotazas! he amado todas y cada una de ellas, si así luce ese lugar en foto, me imagino como lucirá en vivo y a todo color!
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