
Si llegamos no tan de noche al Aeropuerto internacional Tom Jobim de Rio de Janeiro podemos tomarnos un bus para prácticamente cualquier lugar al que quisiéramos ir a descansar esa primera noche carioca. Será mucho más fácil también si llegamos al Aeropuerto Santos Dumont, el segundo en importancia. Desde ahí, con un bus de línea o con bus privado podemos salir, recorrer la Marina, el Puerto, y muy pronto ya estaremos llegando a Flamengo, y después a la Bahía de Botafogo, que dará la antesala para que, Morro mediante, aparezcan todas las demás playas, (empezando por Copacabana, , y otro morro mediante, Ipanema y Leblon) que por lo general es donde se hospedan la mayoría de los turistas que van a conocer la ciudad del carnaval más famoso del mundo.
Para hablar de Río de Janeiro podemos ir de lo más reconocido y con fama mundial, hasta el quehacer cotidiano en la ciudad. Creo que el Cristo redentor, una de las actuales 7 maravillas del mundo, es el ícono de la ciudad, y es una visita obligada para todo aquel que viaje por primera vez a Rio. En Río todo parece que quedara cerca, porque estés donde estés, casi siempre vas a ver los morros y el Cristo, pero entre el tráfico, los morros, y las curvas, ir de un lugar a otro a veces es más largo de lo que pensamos. Por eso desde las playas hasta el Cristo tenemos que tomarnos 2 buses y demorarnos casi una hora. Si nos alojamos dentro del circuito de playas, y si no nos queremos mover mucho, tenemos la vida hecha, pero eso no es todo Rio. Ahí en la tríada Copacabana, Ipanema y Leblón podemos ir a la playa, tomarnos un acai na tigela, una caipirinha, vivir comiendo arroz y feijao, nutrirte de todo tipo de fruta, especialmente del mamao, presente en todo café da manha, disfrutar de sus calles llenas de deporte, y poder hacer una vida relajada frente al mar. Pero las tardes y las noches de Rio son también movidas en los Arcos de Lapa, donde están los bares y la parte más cultural (y donde está la famosa escalera de Santa Teresa).
Desde las playas se puede ver el Cristo redentor, que vigila a toda hora a la ciudad, y en otro morro está el Pao de Azucar, en la Bahía de Guanabara, reconocido por su teleférico y por estar junto al mar. Pero hay otros morros, y junto a ello otra historia para contar en Rio de Janeiro, entre ellos el Morro do Dendé, y el morro dos irmaos, al lado de La Rozinha, la favela más famosa de Rio y de Brasil.
Resulta difícil poder describir en pocas palabras la esencia de una ciudad. Dentro del contexto nacional de Brasil, se dice que entre cariocas (los de Rio de Janeiro), y paulistas (los de Sao Paulo, la otra megaciudad de Brasil) los primeros se dedican a vivir la buena vida, y los segundos se dedican a trabajar y mantener el país. Son solo dichos, pero lo cierto es que tanto antes como después de ir a trabajar en Rio de Janeiro, siempre está la posibilidad de ir a la playa, y después ir por unas cervezas, y así durante todos los días. La mayor alegría y festejos, como en todo Brasil, sucede en las semanas previas al carnaval y en los días Carnaval, donde el sambódromo se viste de Fiesta, y las calles de Rio también, festejando cada día un poco más, hasta que todo acabe en el famoso martes de carnaval de Brasil.
Y el Bossa y su garota de Ipanema, y el funky, y el futbol en la playa y en el Maracaná, Barra de Tijuca y el Parque Nacional de Tijuca (el mayor bosque urbano del mundo), Niteroi y su movimiento moderno Oscar Niemeyer, y muchas historias para contar de la ciudad más representativo del país de la alegría. Pocas playas tienen más vida que las de Copacabana.
Como en todas las ciudades latinoamericanas, la gracia y alegría en las calles se contrasta con la pobreza, la violencia, y los problemas sociales urbanos como las drogas y la prostitución. Todo es parte de ese mismo combo que es Río de Janeiro, y que no es posible dividir. Tal vez las películas Ciudad de Dios, Tropa de Elite, y Última parada 174 y Estación Central sean excelentes ejemplos para entender la esencia de la ciudad. El turismo y la realidad social del país conviven en el mismo espacio, y las contradicciones del ser humano son mostradas cara a cara, cuando un turista toma algo en un restaurante de la Avenida Atlántica frente al mar, justo al lado de un chico que está tirado durmiendo en la calle.
La Pedra do Arpeador, en el Morro que divide Copacabana de Ipanema, seguramente puede ser un excelente lugar en pleno atardecer, para reflexionar sobre esta hermosa ciudad, sobre como convivir en armonía en una ciudad con playa y a la vez global, y como solucionar los problemas urbanos que acechan a no solo a Rio de Janeiro, sino a gran parte de Brasil y Latinomérica.
