El día previo
Las cartas estaban echadas. Los entrenamientos que comenzaron en enero y que se profundizaron a partir de abril ya estaban hechos. El fondo de los 30 me había dado la seguridad de que podía correr largas distancias, pero después de ese famoso muro no sabía cómo irían las cosas.
El sábado cené a las 7 de la tarde y a eso de las 8 de la noche ya estaba acostado. Sabía que me iba a ser difícil un descanso total por 8 horas seguidas, pero por lo menos intenté relajarme ese tiempo. Me desperté a las 4 de la mañana, me tomé un café, unas tostadas con mermelada y un jugo exprimido de naranja. Después de hacer la digestión salimos a las 5 de la mañana con May rumbo a la carrera.

Kilometro 0
En la espera estaba nervioso y un chico al lado mio me miró y me dijo: – Tu primer maratón? Si, le contesté. – Tranquilo, todo va a estar bien, me dijo. Disfrutala, la primera nunca se olvida. Eran las palabras justas que necesitaba para el comienzo. Ese impulso de un desconocido me iluminó para empezar la carrera y los primeros kilómetros salí con una sonrisa en la cara saludando para todos lados. Estaba feliz y eso era lo que contaba.
Los primeros 10 kilómetros resultaron tranquilos, eran casi el mismo recorrido que la media maratón, así que no había nada raro. Lo raro empezó después, a partir de la casa rosada, gel energético de por medio y una rodilla que me avisaba que se estaba inflamando. Pasando por Plaza de Mayo empezó a sonar la canción de Rocky en mis auriculares y me dio una dosis de energía.



Kilometro 14
En el kilómetro 14 empezaba el recorrido por el sur y mientras nos cruzaron volando los keniatas líderes de la carrera, nosotros entrábamos en la zona de La Boca. Todavía me sentía a pleno, pero con una rodilla avisando que dolía. Llegaron los 20 km y cuando estaba tomando mi segundo gel me encuentro con mi hermano gemelo que estaba en bici y me venía alentar en la carrera. Sin duda fue una gran sorpresa e inmediatamente me agarró un aluvión de adrenalina extra. Encima justo pasamos la comparsa de Gualeguaychú, las chicas bailando, batucada…. Todo era una fiesta!



Dimos unas vueltas por Puerto Madero, y después de todo el recorrido, el cartel marcaba 24 km. Ahí me empezaba a cansar un poquito. Y si desde el km 24 hasta el 30 me sentía cansado pero podía seguir corriendo normal, a partir del 30 las fuerzas empezaron a menguar. La subida por la Avenida San Juan la hice caminando con pasos largos, tratando de buscar energía mientras consumía mi tercer y último gel energético. Mentalmente estaba perfecto, y si ahora a pesar de tener las dos rodillas inflamadas, lo que me estaba pasando factura eran los músculos de las piernas, que cada tanto se quedaban duros.
Kilometro 30
Pensé que si pasaba el muro de los 30 km se acababa el cansancio, pero el agotamiento iba a ser a partir del km 30 hasta el final. Había que continuar, no quedaba tanto, solo 12 km. Ya había hecho la mayoría del esfuerzo, ahora solo tenía que coronarlo. Llegando al comienzo de la autopista Illia en el km 34 tomé agua y Powerade extra porque sabía que durante los 4 km de autopista no iba a haber ningún puesto y se iba a ser duro llevarlo. Mi hermano me acompañaba al lado con la bici y me alentaba cuando yo empezaba a mostrar signos de agotamiento. – Dale, no queda nada!!! Ya los tenes!!! Me repetía.
La autopista fue un parto, pero todo estaba en la cabeza. Mis piernas ya no respondían, pero mentalmente estaba bien, asi que era solo cuestión de obligarlas a seguir moviéndose, aunque más no sea a un ritmo más lento. De pronto veía una chica vomitando a un costado. Otro con las piernas hacia arriba a otro costado. Uno que iba adelante más adelante y que le agarró un tirón y se tumbó al piso. Todas escenas cotidianas de lo que pasaba en la carrera.
Kilometro 38
La llegada a la bajada de la Avenida Sarmiento me recargó de energía. En mi cabeza sabía que lo más duro ya había pasado. Solo quedaban 4 kilómetros para coronar la carrera y fueron puro disfrute, emoción, esfuerzo y alegría. Casi que no recuerdo el esfuerzo que hice porque ya iba en automático. En esos últimos kilómetros mi viejo llamó al teléfono de mi hermano y con el altavoz me dio los últimos ánimos para para poder terminar la maratón. May me estaba siguiendo con la aplicación del celular y me esperaba en la meta. Bruno me acompaño con la bici hasta los últimos metros.
La llegada final fue a pura emoción. La gente a los costados alentando y nosotros pasando hasta el arco final donde marcaban el tiempo de los 42 km y 195 metros. Llegué a la meta y me vinieron los recuerdos de todos estos meses pasados de entrenamiento, constancia, fuerza, trabajo y disciplina. Me entregaron el agua, banana, powerade y finalmente la medalla de finisher, y cuando estaba saliendo May vino al encuentro para felicitarme con un abrazo. Final feliz. Había completado mi primer maratón. Ahora puedo decir con todas las de la ley que soy maratonista.
Si te gusta el running y te dan ganas de leer sobre este tema, acá te recomiendo 7 libros para que te enamores de correr.
Para los que gusten, les dejo acá abajo la playlist que usé para correr esta carrera. Eran 7 horas y algo, pero por suerte solo utilicé 4 horas y algo más.
Espectacular relato!
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Muchas gracias Guille!!! De seguro los libros que me prestaste ayudaron mucho para esta carrera.
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Excelente y conmovedora crónica de una meta que se convirtió en realidad. Felicitaciones maratonista Leandro!
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Muchas gracias!!!
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LA variedad de la playlist! jajaja. Que buen relato Lean, felicitaciones de nuevo y sin dudas que es un logro que no se olvida.
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Jajaj si, lo sé, puse todos los ritmos. A veces no son las canciones que más me gustan sino las que más me motivan a correr.
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muy bueno el relato! y felicitaciones maratonista!!! 🏃🏻♂️👍🏻
http://caminanteencarrera.blogspot.com
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Muchas gracias!!! Fue un gran desafío y de seguro no será el último.
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