En bicicleta por Angkor Wat, Camboya
Dentro de los paises del sudeste Asiático, hay un país que a pesar de su trágico pasado y su lento florecimiento es imposible pasar por alto. Camboya intenta salir adelante frente a su alto nivel de pobreza, y uno de los puntos por donde quieren comenzar a crecer es en el turismo, y tienen con qué. Yo recorrí las calles de Siem Reap y su vecino Templo de Angkor con la inigualabre compañía de una bicicleta, el vehículo que más disfruto utilizar. Solo estando ahí pude comprender la fuerza del lugar.

Turístico Siem Reap
Llegado a Siem Reap me doy cuenta inmediátamente como viene la mano de este pueblo; todos los ojos de los habitantes del lugar estan depositados en el turismo, estrella indiscutida de cada día y noche en el lugar, y por si todavía no adivinaron, los protagonistas de este show somos todos los turistas que nos acercamos a conocer las ruinas de Angkor, conmigo incluído.

Llegando a las ruinas
Las ruinas de Angkor son un paraíso aparte. Se puede llegar en tuk tuk o en bicicleta, recorriendo 8 km desde el pueblo de Siem Reap, y a partir de ahí a prepararse para el asombro. El complejo de Angkor deslumbra por su grandeza, uno de los monumentos más originales y espectaculares jamás concebidos por la mente humana. Solo hay que volar con la imaginación y recorrer lo que para muchos es la octava maravilla del mundo.

La experiencia en bici, solo para los grandes aventureros. Sino tuk tuk
Yo llegue con mi bicicleta y unos 40º de calor hasta el primero de los grandiosos templos, Angkor Wat, con sus inscripciones e historias escritas a lo largo de sus más de 800 metros de paredes, donde los bajorelieves revelan la batalla librada entre los dioses y los demonios. Al cuerpo no le bastarán los litros de agua mineral que puedas tomar para seguir adelante con la excursión, le harán falta tres frutas salvadoras: mango, anana y banana, frutas que las señoritas del lugar venden por donde vayamos.

Angkor Thom
3 km más adelante llegamos a Angkor Thom, donde 216 colosales rostros nos estan observando en este momento, rocas esculpidas a mano que se parecen todas mucho al Rey Jayavarman VII. Solo hay que imaginarse tan gigantescos rostros para entender lo observado que uno se siente cuando recorre el lugar. Estoy por darme por vencido frente a los 40 º, pero aún falta lo mejor, 4 km más adelante.
Ta Prohm
El sol esta cayendo, y nosotros en Ta Prohm, donde los colores y las sombras de los árboles atrapando las ruinas hagan parecer que la batalla librada entre las construcciones del hombre y la naturaleza aún continúan en el mismo momento en que nosotros la estamos observando. En el medio de tu descanso, observando el paisaje, vos detenido en el tiempo y tu cuerpo tratando de recobrar energías, y en ese momento dos monjes aparecen caminando, uno de naranja fuerte, otro de rojo ocre, y ves como además de los incontables colores que la naturaleza y el atardecer te otorgan, esas dos personas lo complementan para crear alucinaciones en tu vista que ahora se embriaga de colores que no esta acostumbrado a disfrutar.

Volver en bici repleto de felicidad
Vuelvo en el atardecer hacia Siem Reap con mi bicicleta, y los tuk tuk me pasan, mucho más veloces que yo, pero a mi no me importa. El viento va a ayudar a secar mi transpiración mientras pedaleo y siento que estoy vivo, que vivo para estos momentos, y que tengo una sonrisa en mi cara y en mi alma que quedará guardada para siempre…
