Justica y cariño para Nicaragua
No tengo dudas de que Nicaragua fue el país que más disfruté en mi viaje por Centro América. Tuve conversaciones trascendentales que aún recuerdo hasta el día de hoy, más de 10 años después de aquel viaje.
Un poquito de historia
Desde 1823, Nicaragua junto a los otros cuatro países centroamericanos formaron una federación llamada Provincias Unidas de Centroamérica, con un gobierno general residente en Guatemala. Finalmente tras años de conflictos civiles se da la separación de la federación el 30 de abril de 1838 cuando Nicaragua la abandona y se independiza. Al retirarse Nicaragua de la Federación centroamericana en 1838, se mantuvo a León como capital de Nicaragua, aunque durante algunos años, la capital cambió frecuentemente entre León y Granada (su rival histórico desde un punto de vista socio político) según el partido en el poder. Esta situación se resolvió cuando se escogió una tercera ciudad, Managua, como capital del país en 1858.

Durante el principio del siglo XX, el país se caracterizó por la inestabilidad política e intervenciones armadas de Estados Unidos. Desde 1936 a 1979, Nicaragua vive una era marcada por la sucesión en el poder de distintos dictadores, pertenecientes a la familia Somoza. Desde su Independencia, hasta la Revolución de 1979 Nicaragua estuvo muy influida por tres poderosas familias: Sacasa, Chamorro y Somoza. Hacia el año 1981, gracias al apoyo de la URSS, el Ejército Popular Sandinista se convierte en una fuerza comunista dentro de Centroamérica. Luego vinieron períodos de gobiernos conservadores, y desde 2007 hasta el presente el presidente Ortega, de carácter sandinista es el que está al frente del país.
Mi viaje por el pais
León
Con todo aquel bagaje histórico en mi cabeza, llegué a León proveniente de Tegucigalpa, previo paso por Esteli. En el medio tuvimos que cambiar varias veces de buses, todos buses desechados de Estados Unidos que anteriormente se habían utilizado como coches escolares. León tiene un gran atractivo arquitectónico por su gran cantidad de iglesias, pero también se dice que es la «sede intelectual de la nación«, por sus universidades. Y además de todo eso claro, está, es de donde surgió el sandinismo y su mentor, Augusto Cesar Sandino. Yo aproché mis días para caminar la ciudad, para tomar café, algunas que otras cervezas, y para charlar con viajeros y gente del pueblo que iba conociendo. Hay veces que no se si es el aura que despierta la ciudad o que, pero de pronto se prestan momentos para conversar sobre situaciones fundamentales de la vida como por ejemplo nuestras acciones como personas y frente a los demás. Creo que esos breves momentos, esos altos momentos, son de los más me quedan grabados de mi vida de viajero. Y fue ahí en León, con unas cervezas, frente a una iglesia vieja, que yo tuve una de esas conversaciones junto a una viajera holandesa.

Granada
Mi paso por Managua fue muy breve. Tan solo unas horas esperando otro bus para llegar a Granada, la ciudad rival de León. Si León representaba a los sandinistas, a la izquierda y al comunismo, Granada representaba a la derecha conservadora, por eso confieso que formé un prejuicio infundado por la ciudad. Y la verdad es que tuve que desechar ese prejuicio, porque la ciudad me encantó. Es linda, también está llena de iglesias antiguas por todos lados y la gente con la que traté me trató de una forma super amable. Me gustó mucho la forma de ser de los nicaraguenses. Luego de unos cuantos días por la ciudad, debía ir hacia el sur, así que seguí viaje.

¿OMETEPE O SAN JUAN DEL SUR?
Como no tenía muchos días debía elegir entre ir a la famosa isla de Ometepe o pasar unos días en las playas de San Juan del sur, por lo que elegí la segunda opción y me fui para el mar que tanto andaba necesitando. El mar no era el mejor del mundo, pero para un amante de los ambientes costeros no hay mares feos. No lo sabía, pero durante la noche los bares de esas playas cobran vida así que después de unos atardeceres con coca y ron cerca del mar nos fuimos a seguir la fiesta con una francesa y una suiza a un bar frente a la playa. Todo terminó muy al estilo latino; noches calientes, Daddy Yankee y mucho alcohol. A la mañana siguiente un insolente sol como un ladrón entró por mi ventana. Desperté ese otro día en el Hotel «Estrella», junto cientos de estrellas más que revoloteaban por mi cabeza. Demasiadas cervezas la noche anterior, ya era la hora de huir. Tomamos nuestras mochilas cansadas y dividimos rumbos. Y el viaje siguió, como siguen esas cosas que no tienen mucho sentido.
Para el que vaya por ahí, le recomiendo ese hotel frente al mar.


El viaje por Nicaragua terminaba, pero los recuerdos de esas charlas y esos momentos quedarán por siempre.