Estaba en el Puerto de Manaos, la ciudad más grande del Amazonas, buscando cual podía ser el navío que me lleve hasta Belen. Había dos grandes embarcaciones por semana, una el miércoles y otra el domingo. Me decidí por una y esperé hasta el día indicado. Serían 4 días navegando por el Río Amazonas, una aventura a la altura de lo que venía buscando. Me dijeron que solo había lugar para las redes (hamacas paraguayas), así que me fui a comprar una que me costó unos 20 reales.
Puerto de Manaos
Ahí en el puerto había muchísimo movimiento. Nunca vi tanta movilización de Bananas. De un barco estuvieron como una hora seguida descargando racimos gigantes de bananas pasándosela de mano en mano. Ahí en Manaos fue la despedida de mi compañero de viaje de 4 meses. Mi amigo el suizo se iba para El sur, a Porto Velho, por el Rio Madeira, y yo me iba al este, a Belen, por el Rio Amazonas.
Mi navio, el Santarem
Cuando llegué al Gran Santarem, como se llamaba mi navío que me llevaría a la costa atlántica de Brasil, tenía que colocar mi “rede”, así que fui a buscar un lugar pasable. La parte del abajo estaba en motor y había muchísimo ruido, asi que no valía la pena sufrir. Los camarotes suelen venderse con mucho tiempo de anticipación así que ni había lugar, así que a mi me tocó en “primera”, es decir, donde van casi todos. Creo que eramos unos 500 en el navío. Vi un lugar lindo, al lado de una chica muy linda, pero cuando estaba por poner la hamaca la persona encargada de organizar me dice: – Acá solo van las mujeres. Los hombres van allá. Y me indica un lugar casi todo ocupado, lleno de gente, de gordos tomando cerveza, de sudor y de gritos en portugues. No me quedaba otra, así que fui para allá a hacerme nuevos amigos.
Apenas salimos pudimos presenciar un fenómeno muy interesante: el encuentro de las aguas entre el Rio Negro, completamente negro, y el amarronado Amazonas.

Reglas simples
Las reglas en el navío eran simples. A las 6 se sirve el desayuno, a las 11 el almuerzo y a las 17 la cena. Todo lo demás corre por tu cuenta. No descuides tus principales pertenencias porque pueden desaparecer. Los baños son los que hay, no quejarse. Eso era básicamente lo importante. El resto es solo detalles.
Habiendo tanta gente y pagando un boleto relativamente barato no podía esperar maravillas de la comida. Me alcanza con que sea algo que me guste y sea digerible. De desayuno café con un pan y una fruta (por lo general banana), de almuerzo y cena casi no variaban las comidas. Eran siempre variedades de comidas que incluían arroz o fideos y una presa de pollo o de carne de res. Eso era todo.
Cuidar solo lo importante
El primer día andaba medio paranoico con mis pertenencias, pero después me relajé. Claro que llevaba una faja en donde ponía mi pasaporte y mi plata y siempre lo llevaba conmigo, pero el resto de las cosas quedaban ahí al lado de la hamaca y no hubo necesidad de cuidar nada, después de todo creo que a nadie le hubiese servido nada de lo que yo llevaba por esos momentos en mi mochila. Mi único gran tesoro era mi libreta de apuntes que solo tenía valor para mi.
Pueblos a la beira del Amazonas
Con el correr del tiempo fui viendo cosas que iban sucediendo en torno al gran navío. A veces se acercaban embarcaciones pequeñas con un harpón para tratar de engancharse a las ruedas de caucho que tenía a los costados el navío. Si conseguían engancharse la gente de las comunidades indígenas iban a poder vender sus frutas, sus palmitos, sus artesanías o lo que tengan. El capitán del navío solo podía desacelerar la embarcación, pero nunca detenerla. Pero claro, cuando venía alguna canoa con garotas de programa si que trataba de animorar la marcha de la embaración. Las malas lenguas afirmaban que las garotas iban directo para la sala de los capitanes del navio. La prostitución no distingue medios de transporte y también esta presente en las grandes embarcaciones del Amazonas. También se acercaban pequeñas canoas y la gente del navío preparaba bolsas de plástico y se las arrojaba a las pequeñas canoas. Por lo general dentro de esas bolsas de plástico había ropa o donaciones para los pueblos indígenas. Eran momentos muy emotivos e impactantes ver el contacto entre el navío y los pueblos a las orillas del río. Creo que en un momento me emocioné y se me escaparon unas lágrimas al ver todo ese espectáculo frente a mi.
Amistades
Yo me la pasaba leyendo, escribiendo, y como viajaba solo, haciendo amistades. La mayoría, por no decir todos los que viajaban en el navío, solo hablaban portugués, asi que me tuve que adaptar. Hubo una parada intermedia por unas horas en Santarem y una amiga que recién había conocido en el navío me invitó a conocer su casa. La opción que muchos hacían era ir a conocer la bellisima playa Alter do Chao ahí en Santarem, pero preferí conocer la vida familiar de mi nueva amiga. Vivía con su abuela, sus padres y sus hermanos. Eran un montón en la casa y había un montón de comida, así que también había comida para mi. Me recibieron como si fuera un amigo de toda la vida. Almorcé con ellos y después mi amiga, que se quedaba en Santarem me acompañó hasta el puerto para despedirme. Fue una verdadera lastima que se haya quedado porque me había encariñado mucho con ella y era con la que más compartía charla.
Musica
Casi no conocía música de esa zona. La musica de Brasil que sale al mundo es la de Caetano veloso, Marisa Monte, Gilberto Gil y grupos de Rio o Bahía. Pero la verdad es que la mayoría de la gente escuchaba la música del momento que en ese momento eran Banda Calypso, Bruno Marrone, Sandy e Junior o mismo Ivete Sangalo. Es música alegre, tropical, una mezcla de ritmos de lambada, forro y musica sertaneja. Les dejo una de mis canciones favoritas de ese momento. Les recomiendo mucho que investiguen sobre Banda Calypso y lo que ahora es la cantante sola, Joelma. No sera la mejor calidad musical, pero es musica muy pegadiza y querible.
Fin del viaje
Había que seguir viaje y seguí leyendo, escribiendo y contemplando los mejores amaneceres y atardeceres que vi en mi vida, hasta que después de unos cuantos días, llegamos al Puerto de Belen. El viaje había terminado. Ahora comenzaba otra aventura por Brasil. Recorrer toda la costa Atlántica brasilera hasta el límite con Uruguay, unos 8000 km al sur donde me encontraba. Todavía faltaba para llegar a casa.

Los que se quedaron con ganas de escuchar algo más de la musica de las que les hablaba, les recomiendo escuchar este recital de Joelma Calypso. No se si les gustará a todos, pero yo lo escucho y me lleno de recuerdos y saudade.