Messi, Olmedo, Che Guevara, el negro Fontanarrosa, Fito Paez, Baglietto, Lucha Aymar y una lista que puede seguir ampliamente. Rosario es la cuna de artistas, deportistas e intelectuales, además de ser un lugar histórico por tener el monumento a la bandera. Mi novia y yo quisimos descansar por unos días de la caótica Buenos Aires y nos fuimos a la bella y tan mal tratada en los medios, ciudad de Rosario.
ROSARIO, Ciudad de Narcos y asesinos
Lo que más se destaca de Rosario en los medio periodísticos son los asesinatos y la guerra narco. Rosario es la ciudad que más asesinatos registra en el país; 156 en medio año. Con ese titular es muy poco probable que alguien quiera ir a visitar Rosario. Nosotros llegamos con el auto desde Buenos Aires por la ruta 9 y en los primeros semáforos a los costados de barrios humildes ya recibimos un lindo susto. En el primer semáforo un chico se me abalanzó al auto para limpiar mi parabrisas que estaba recién limpio a pesar de que yo le insistía que no quería que lo limpie. El pibe apoyó su cuerpo sobre mi auto, estaba como borracho o drogado. Cuando le quise decir que se vaya y adelanté un poco el auto (estaba en un semáforo y había otro auto adelante), el pibe se enojó y me empezó a golpear el auto hasta que por fin se puso en verde y pude salir de ahí. La verdad es que nos asustamos bastante. Fueron 5 o 10 segundos, pero fueron de terror. Así nos recibía Rosario. Por suerte ese fue el primer y último mal trago en el viaje. Así que vayan a Rosario, no se guíen por las notas periodísticas, pero vayan con cuidado, principalmente en las afueras de Rosario. Hay que decir las cosas como son; con lo malo y con lo bueno.
ROSARIO, cuna de intelectuales
Lo cierto es que una vez que llegamos a la ciudad, pudimos apreciar la esencia y la calidez de la Rosario que fuimos a visitar. El rosarino es ligero, canchero, ágil, rápido, despierto, gracioso, entendido; es como el porteño, pero sin ser engreído ni agrandado. El tráfico es caótico al principio porque parece que todos te van a chocar, pero cuando le agarrás el ritmo, te acostumbrás a esos autos, bicis o motos que cruzan un segundo antes o un segundo después que vos. Y claro, también el rosario es culto, inteligente e intelectual. Prueba de ello son sus fieles exponentes como el Che Guevara, el negro Fontanarrosa y Fito Paez. Caminando por el centro pasamos por el edificio de la calle Entre Ríos donde nació El Che Guevara y vivió sus primeros años. Seguimos caminando y después paramos en el Bar El Cairo a merendar. Fue ahí donde el negro se inspiró para escribir «La mesa de los galanes», en referencia a las tardes en las que compartía mesa con sus amigos en ese café y compartían anécdotas y pareceres. Después seguimos caminando por Sarmiento y pasamos por otro bar que en el fondo tenía una librería. El bar Nuria y su librería amiga Homo Sappiens comparten espacio, por lo que es posible tomarte una merienda y después ponerte a revisar libros para leer. Y después, volviendo al hotel por la peatonal Córdoba, pudimos ver que la librería El ateneo también tiene de una cafetería para combinar libros y café, es decir, todo lo que está bien en la vida.





Rosario, la ciudad al costado del río
A mi entender, lo que más caracteriza a la ciudad de Rosario es su costanera. Tener al gigante Río Paraná a un lado es una garantía de tranquilidad. Las tardes de mate mirando al río siempre son mejores; hacer running con la brisa ribereña, pesar al perro, hacer yoga, leer frente al río, tomare una cervecita o almorzar mientras un buque de carga hace su pasó por el Río Paraná; todas esas cosas son como un guiño al alma estando en la ciudad de Rosario. Aprovechando nuestro días libres y sin planes, May y yo almorzamos en el bar/restaurante frente al río, llamado Quillagua. Y como nos gustó el ambiente relajado y el hecho de contemplar el río mientras comíamos, al otro día volvimos a disfrutar de otro almuerzo en el mismo lugar.

Rosario hotelero y gastronómico
Para descansar en Rosario nos hospedamos en el hotel Howard Johnson sobre la calle Italia casi esquina Mendoza. No es un lujo el hotel, pero la verdad es que tampoco esta nada mal. La gente del hotel es amable, y eso suma mucho. Para salir a comer un día elegimos ir RockandFeller, sobre el majestuoso y distintivo Boulevard Oroño. Es un bar de comida americana, al mejor estilo Hard Rock Café, TGI Friday o Johnny B Good. La ambientación del lugar es excelente, los tragos están buenos, y la comida… mas o menos para ser sincero. Y si, es carito. Otro día fuimos a Canaima, Vinos & Deli, especialmente porque nos quedaba a metros del hotel. Es una vinoteca y cafetería durante el día, pero por la noche también se puede comer algo con la sensación de estar en una bodega. Comimos unas ricas tapas (tortilla y un guiso de estofado) en un lugar super tranquilo y acogedor. Lo mejor lo dejamos para lo último. Fuimos a Churrasqueria, en la calle Catamarca y esquina Dorrego, y la verdad es que nos encantó. La ambientación del lugar por la noche es como una cocktelería, con luces bajas y música jazzera. Me pedí un vermut y me trajeron un sifón de soda. Eso me terminó de enamorar del lugar. Nos trajeron un pancito con humus de garbanzo de cortesía y después May se pidió una empanada de carne exquisita. No nos atrevimos a los cortes de carne que se veían espectaculares, pero lo que comimos también estuvo exquisito. En un cartel está descripto las diferentes puntos en los que uno puede pedir un corte de carne; Blue, jugoso, a punto y cocido. La verdad, un 10 en todo el lugar; imperdible y a precios muy razonables.


La virgen del Rosario y el Monumento a la bandera
Y claro, también paseamos por el monumento a la bandera y visitamos la Basílica Nuestra señora del Rosario. Para los desprevenidos, les cuento que fue en Rosario donde el General Manuel Belgrano enarboló por primera vez la bandera argentina, por eso se creo el monumento en la ciudad. Y para los otros desprevenidos ateos, les cuento que un rosario para el catolicísimo es un rezo tradicional que conmemora a Jesucristo y a la virgen María y a la vez es la «cadenita» que se utiliza para rezarlo.


Rosario siempre estuvo cerca. Es preciosa y vale la pena irse a pasar unos días para conocerla si uno no la conoce, o para volverla a visitar si uno ya fue. Siempre habrá motivos para volver a Rosario, solo es cuestión de buscar excusas y mandarte para allá. De seguro no se arrepentirán. Y de seguro querrán volver.